L'alibi



La verdad es que Erich von Stroheim está mucho más sexy hablando en Francés que en Inglés.
Fijaos como intenta pronunciar bien, lo que le obliga a "sobre pronunciar" haciendo que sus labios estén a punto de decir "otras cosas" a la dulce damisela, Madame Holt.
Pierre Chenal dirigió esta película en 1937, y la etapa francesa salvó a Erich von Stroheim de la miseria económica. Antes de dar el salto a Francia para filmar La Grande Illusion, había pasado dias y noches en una pensión de mala muerte en Nueva York en compañía de su fiel Denise Vernac, y la casera contaba que guardaban las monedas en una botella de plástico. Así, el director de una de las mejores obras del cine, Avaricia, en la que se critica la codicia que lleva a cometer actos inhumanos, resulta que fue dirigida por el que un día no tendría apenas para subsistir. Erich tuvo que dejar Francia por la amenaza nazi, y su reclusión con Denise en un cuartucho de Nueva York demuestra que esa mujer lo amaba por encima de todo y de todos. Por eso, siempre vivió con ella hasta el día que murió, en Francia.
Pero su francés sigue siendo malo, las cosas como sean. Pero le dan un toque gracioso, que contrasta tanto con la imagen del "Hombre que Usted Quiso Odiar". Va por tí, Erich, y por todas tus películas.
En L'alibi aparece Louis Jouvet, otro pedazo de actor. Erich juega a hacerse el sueco, y su sangre fría es espeluznante. Cuando mira a una mujer, le está diciendo algo más de lo que dicen sus palabras, y eso lo hacía tan magnético a pesar de un físico no agraciado precisamente. Había una brutalidad sexual perfectamente disimulada.
En sus tiempos de Hollywood, se le ponía fama de dicatador, de castigador, de histérico. Se enviaron periodistas para hacerle una entrevista, y cuando éstas llegaron a sus respectivos periódicos, dejaron estupefactos a los directivos: solo había palabras sobre la bondad, la caballerosidad de Erich... Los directivos les preguntaron: pero no hos hemos dicho que nos deis el perfil de este energúmeno?
A lo que ellas respondieron: lo sentimos pero no podemos hablar mal de él. Ese hombre es todo corazón.
Pues ahí va eso.

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